sábado, abril 23, 2005

De forma improvisada me gusta más,
quizás bajo la noche sobre la azotea.
Podemos tumbarnos en un edredón
y mirar al cielo y sus constelaciones.
Estar desnudos y nuestras pieles rozándose
provocando que los bellitos se ericen
y que nuestras bocas se busquen.
Podríamos dormir esa noche, toda la noche.
O podríamos amarnos durante el largo amanecer.
Si, pensándolo bien, improvisado me gusta más.