domingo, marzo 20, 2005

A mis sis (Nallely, Susan, Jennifer); A mis amigos (Alejandro, Pass y Claudia); a Oscar:

Cuando llegué a mi casa el sábado en la madrugada y me tendí en la cama, en mi cerebro burbujeaban many things. Esa noche fue el punto más álgido en esta catársis que por entregas he venido viviendo durante quince días. Y es que ahora puedo mirar, desde dentro de mi, sin aquella bruma, espesa y picante, que impedía ver toda esta luz que me rodea y me negaba a sentir toda esta energía fluyente.
Ahora vuelvo a darles gracias a los que ya se las he dado por estar a mi lado, creyendo en mi y no dejándose convencer por mis actuares aburridos y alienados del pasado; y a quienes no les he dado las gracias, se las ofrezco con un gran cariño y una gran sonrisa ya que ahora puedo entregarme de mil modos diferentes.
Besos a todos...

Blanco

Hoy hicimos el amor sobre la alfombra blanca de tu cuarto.
Blanca como la nieve o blanca como la espuma del mar.
Y así de blancos fueron mis orgasmos.
Con luz, con paz, con el 97.7 al fondo.Quizás con una rola de Belinda que nos rodeaba
y que daba una atmósfera que en otro momento me pudo haber parecido repulsiva,
pero que con el sólo hecho de tenerte dentro, cambiaba el contexto.
Al terminar y estar tendidos en la cama, y quizás al abrazarnos,
de nuevo lo blanco cubrió mi mente, y no me aterró como aterra la ceguera blanca de Saramago, me reconfortó. Cuando lo blanco comenzó a surgir de todas partes comencé a besarte el vientre, y así como lo blanco cubría mis ojos y mis pensamientos, lo blanco cubrió tu piel.
Todo fue blanco y blanco permanecío hasta que las horas rompieron la blancura y comenzaron a llenar con oscuridad el espacio. Así fue como las estrellas, mis adoradas estrellas, comenzaron a iluminar la noche y a indicar que todo había acabado por hoy. Que debía volver y que tendría que esperar la próxima vez en que todo volviera a ser blanco.

sábado, marzo 12, 2005

besos... de tu boca quiero probar... llenos de TU sabor... quiero saborear

Natalia

Sobre una cama de hojas, Natalia descansaba de soñar.
Quizás soñaba demasiado, o quizás vivía la realidad como un sueño,
Pero siempre, a las seis tenía que descansar.
Las nubes se tejían sobre ella,
y entretejían historias que en su cabeza nacían.
El rocío de la noche mojaba sus párpados,
E iba absorbiéndose por sus poros hasta convertirse en lágrimas.
El cielo comenzaba a albergar a las estrellas,
Y el fulgor de éstas, se fundía con lo efímero de las nubes,
Danzando con la música del infinito.

Mientras, Natalia descansaba de sus sueños
Y observaba maravillada el espectáculo del universo.
Y esto, sólo provocaba que el sueño se prolongara,
Hasta no poder encontrar la línea divisoria entre sueño y realidad.