Cuando llegué a mi casa el sábado en la madrugada y me tendí en la cama, en mi cerebro burbujeaban many things. Esa noche fue el punto más álgido en esta catársis que por entregas he venido viviendo durante quince días. Y es que ahora puedo mirar, desde dentro de mi, sin aquella bruma, espesa y picante, que impedía ver toda esta luz que me rodea y me negaba a sentir toda esta energía fluyente.
Ahora vuelvo a darles gracias a los que ya se las he dado por estar a mi lado, creyendo en mi y no dejándose convencer por mis actuares aburridos y alienados del pasado; y a quienes no les he dado las gracias, se las ofrezco con un gran cariño y una gran sonrisa ya que ahora puedo entregarme de mil modos diferentes.
Besos a todos...
1 comentario:
y entonces las cartas, las llamadas, los favores... siempre ocurre lo mismo con las noches de los sábados, tan testarudas, en movimiento continuo hacia el choque con la piedra (vos sabés de las difíciles delicias de todo cuadrado)
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