Aprovechando este momento de soledad, la luz vuelve a filtrarse por mis párpados, tan clara, tan brillante, como cuando se trasluce en un vaso de agua. Todo se llena de colores refractados en la pared y es como tener un arcoiris de bolsillo. La luz rellena el espaco, la luz viaja, la luz se descompone, y todo es libre, suave, cósmico.
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