martes, julio 18, 2006

Ayer miré tu cabello y brillaba por la acción del sol. Tan oscuro, tan delgado, tan volátil por el viento que acariciaba tu rostro. Estabas tirado sobre la hierba, con lo ojos cerrados y los brazos abiertos. Sonreías mientras las nubes recorrían el cielo azul. La piel morena de tu cuerpo comenzaba ya a tostarse, y yo te miraba sin descanso. Sentada también sobre el pasto, podía sentir tu respiración y tu aroma. Creía que el día nunca acabaría pues la luz del sol no se extinguía. Pero amaba que tuvieramos luz, para poder seguir contigo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

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