Llegamos por Madero, seguimos hasta hasta encontrar Zara y regresamos por 16 de septiembre. Cuando arribamos, me dijeron que estabas al fondo, y era cierto, sentado en la mesa, platicando, creo que sosteniendo un cigarro. Sólo me paré frente a ti y sonreí. Te levantaste y me diste un abrazo grandioso.
Cuando nos soltamos me senté a tu lado, si el sábado anterior este lugar significaba tanto, ahora volvía a significar algo más. Se añadía una vibra de misticismo alrededor de todo lo que se estaba desarrollando. Simplemente esa noche mucho podía suceder, y ocurrió.